Con duende
Cuando miras los últimos rayos de sol desvaneciéndose en el
horizonte, entiendes porque se la llama costa de la luz.
Playas que te obligan a desconectar del todo, los problemas
se esfuman con un soplo del levante, esa es la magia constante que te envuelve
en la costa gaditana, desde las tumbonas de ratán del Palmar hasta las
alfombras marroquís de una jaima en Caños de Meca.
Conil con sus pescados en la lonja que tan bién prepara “La
Fontanilla”, y al atardecer en la terraza “Parque Atalaya” disfrutamos de ese adiós
del sol acariciando el cabo de Roche.
El Palmar, playa aun
no destrozada por el hormigón te invita a comer pulpo asado con patatas violetas y arroz
con carabineros en Casa Francisco, un poco caro pero merece la pena o mejor una
alegría, playa y tarde de zumos en “la Torre de Restaurant&Lounge” en su
zona chill-out, y qué decir de su comedor, donde los asientos son ¡columpios¡
¡ Y al anochecer sin dejar la playa nos hubiese gustado
aterrizar el “El Dorado” para degustar su delicioso Pachamama, pero estaba
cerrado, así que ducha y vestidos para la ocasión nos fuimos de cerveceo al “Guruguru”,
para terminar cenando en “El Jardín del Califa”, que deciros de este ultimo, no tengo palabras, me entenderéis solo si pasáis por Vejer, y lo visitáis.
Mi favorita, sin lugar a dudas la playa de Zahora con
Sajorami presidiéndola, un enclave donde se contemplan en grupo las puestas de
sol, y en verano actuaciones, aquí me deleita todo, desde el desayuno, hasta
las comidas o cenas, su ensalada de tataki de presa ibérica, el atún, la urta...
y pasear hasta el faro de trafalgar, haciendo parada en “Las Dunas” en las que
quedas fascinado con su amplia bóveda, barra de fresno, vigas de castaño,
puestos de pulseras, ropa, tatuajes de henna, esta vez no me hice ninguno,
porque el ultimo, una preciosa mariposa en mi hombro derecho, me dio pena
cuando desapareció, y casi caigo en la tentacion de hacermelo permanente.
Y llegar a Barbate atravesando sin prisas el parque natural de La Breña y las marismas,
para comer en el templo del atún de almadraba, “El Campero”, y cuando cae la
noche nuevamente una terraza bohemia que ofrece “La Ballena Verde” o el
flamenquito en “La Luna”
Y podría seguir escribiendo de tantos y tantos lugares,
calles, gentes... con duende…
No conozco esa zona y espero ir alguna vez. Un lugar con duende como muchos de los rincones de las costas. Un abrazo
ResponderEliminarTe encantará¡ Cierto que tenemos muchos lugares encantadores, pero yo soy una enamorada de esta costa de Cadiz. Un abrazo.
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