DESPERTAR
Me desperté más
temprano de lo habitual, un café rápido con un par de tostadas con aceite de
oliva y mermelada de tomate, tomándome un tiempo antes de que se precipitara el
día y las horas se esfumasen.
En otro
lugar alguien se levanta puntualmente, a la misma hora de demasiados días, como
un robot se dirige al cuarto de baño, se afeita mientras escucha la radio, otro
día para echar de menos los besos matutinos, la voz cantarina, creía verla en
cada rincón de esta casa que ya solo era eso, una casa, despojada de todo el
calor de un hogar.
En otro
lugar alguien se despereza lentamente y dirige sus pasos al jardín, se sienta
en el columpio para intentar durante unos minutos olvidarse de las obligaciones
de los adultos y refugiarse en aquellos años de niñez en los que nada malo podía
pasar.
En otro
lugar alguien se fuma su primer cigarro mientras espera el autobús que le
llevara al trabajo, sin sospechar que será su último día, le despedirían de
aquel puesto por el que tanto había sacrificado, su vida era su trabajo, ahora tendría
que reinventarse o hundirse.
En otro
lugar se funden en un beso, un beso que dura ya más de treinta años, desde
aquel día que perdido en la ciudad se acercó a preguntarle por una calle, ella
con una sonrisa le acompaño, a esa calle, al cine, le acompaño en las horas
bajas y en los momentos felices, siempre con su amplia sonrisa, el infierno debería
ser como un mundo sin ella.
En otro
lugar alguien se hace un zumo, se pone la ropa deportiva, mientras un perro
nervioso corretea y da vueltas por el pasillo impaciente por salir a correr,
ella le mira con ternura, lo adopto el día que definitivamente perdió el tren
de la maternidad.
Para unos será
el mejor día de su vida, para otros un día para maldecir, otros tendrán un día
de cine, otros de soledad, para otros será un día de rutinas, para otros un día
del primer beso, para otros sería un día largo, un día de dejarlo todo, un día
de suerte, un día para recordar o un día para tachar del calendario.
Y vuelvo a
casa, tras la ventanilla el día va agonizando, agotada y satisfecha, abandono
la ciudad pensando que no la aguanto un minuto más, solo unas cuantas canciones
para llegar a casa.
Eso es lo que se llama cada uno tiene su día rutinario, a veces hay algo extraordinario para bien o para mal. Un abrazo
ResponderEliminarLa vida misma. Su sencillez...su complejidad...
ResponderEliminar... y, por fin, apago el motor del automóvil y un silencio atronador lo invade todo,... es hora de tomarse un respiro,... Estupenda entrada Ana!
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