NAUFRAGANDO
Que había
cambiado con el tiempo, por supuesto, ya no era la misma muchacha de hacía años
atrás, aquella a la que le encantaba salir y volver al amanecer todos los fines
de semana.
La vida había
cambiado, y la cambió con el paso de los años, unas veces por decisión propia,
otras por imposición de las circunstancias.
Se alisó el
flequillo, le hizo un mohín a sus recuerdos que decidieron darse cita al otro
lado del espejo, se puso un poco de brillo en los labios y su contacto húmedo le
trajeron las suaves cosquillas de otras besos.
Retrocedió
unos pasos para mirarse y se gustó, el resultado tanto de lejos como de cerca
era bastante satisfactorio, bohemia para ese París bohemio que desde niña entre
harinas la cautivó, le había sentado bien el cambio, podía sentirse orgullosa
de la mujer madura que la habitaba.
Y mira que
la vida juega duro y rudo bastantes veces intentado disolver el mundo sólido y
real, entonces para batallar contra ella cogía las pinturas y atacando con
pincel el lienzo blanco plasmaba todo lo que no le apetecía, como si con los
colores pudiese transformar un triste momento en el más mágico de los recuerdos,
y así a ese quisiste que pasara y no pasó, no quisiste que pasara y pasó, se le
borrara el NO.
Una vez más
se miró en el espejo, intentando dejar la mezcla de rabia y nervios en él, esa
mezcla que se instaló en sus entrañas aquella mañana que alegre salía de
compartir un café con Manuel, y de pronto le vio, allí estaba Daniel, enfrente
de la cafetería, al otro lado de la calle, al otro lado de su vida, una fugaz
mirada y lo reconoció, miro sin mirar, vio sin querer ver, con esa capacidad
innata que tenía para que su semblante no reflejara la estupefacción interior
que tenía, esa mañana beso a Manuel y salió con paso firme sin mirar al otro
lado, y ahora besaría a su hija y con paso firme se dirigía una vez más al Café
de le Paix, al que tantos días acudía, este para volver al día en que se
desmoronó su “juego de casitas” desde el
que habían pasado tantos días borrando recuerdos y pintando otros.
Daniel
pusiste un punto final sin despedirte, salí por la puerta cuando en realidad ya
me había marchado mucho antes, de puntillas, sin hacer ruido.
Tú, con
punto final sin adiós.
Yo, sin dar
un portazo.
(De cómo empezó todo...
http://hilvanandomomentos.blogspot.com.es/2015/05/no-dejes-nunca-de-pintar.html
http://hilvanandomomentos.blogspot.com.es/2015/10/un-juego-de-casitas.html
http://hilvanandomomentos.blogspot.com.es/2016/02/ni-te-imaginas-lo-que-te-estas-perdiendo.html
tengo un libro atravesado en la garganta)
(De cómo empezó todo...
http://hilvanandomomentos.blogspot.com.es/2015/10/un-juego-de-casitas.html
http://hilvanandomomentos.blogspot.com.es/2016/02/ni-te-imaginas-lo-que-te-estas-perdiendo.html
tengo un libro atravesado en la garganta)
Yo una biblioteca entera
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