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Mostrando entradas de junio, 2015

COMO UNA PAMEMA

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Yo tenía un recuerdo… si, tenia… ahora no lo encuentro, anda perdido... era un recuerdo dulce, apasionado, de esos que se instalan en algún rincón del corazón, que aunque no lo palpes todos los días, incluso podían pasar años sin que asomara, pero cuando lo hacía provocaba sonrisas, también alguna lagrima, era mi recuerdo, una, entre otras, de mis mejores pertenencias, y un día… un día se perdió, y aunque los dos sabíamos que ya no habría más paseos, el recuerdo se empeñaba en llamar una y otra vez a mi puerta… y así de un empujón se abrió, dando paso a un torrente de recuerdos que se avivaban  al tenue sol de la primavera, el mismo sol de otoño que dejo que acabara lo que nunca autorizaste que comenzara. Fascinada por esas letras que dieron paso a unos ojos increíblemente tristes, que con alegría miraban los míos, hasta culminar en ese día-tarde-noche sobresaliente de la que fue testigo el olvido, que como un lobo acecha a su presa. Yo experta y erudita en los detalles

OLORES.

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 Hoy mi casa huele bien, digamos que tiene un olor especial, no huele a rosas recién cortadas, ni a velas aromáticas, ni a cristales impolutos, hoy huele a pipirrana, a tortilla de patatas, a verduras rellenas en el horno, a tomates recién cortados…hoy tiene su propio aroma, tú dices que huele a la ilusión que le pongo, y no porque me guste especialmente cocinar, sino porque visualizo a todos alrededor de la mesa, esa comida que nos une en conversaciones tranquilas, a veces subidas de tono, de chistes malos, de discusiones, nada que no quede solucionado con unas risas a la hora del café. Hoy mi casa no huele a camas recién hechas, ni a ropa sin planchar, hoy la invaden olores que vienen para grabarnos en el corazón esta tarde de primavera, de esas que siempre serán para recordar. Y yo quisiera describirlos, pero es imposible ¡es un olor¡ ese que me trae una copa de vino blanco, aquel otro que provoca un manotazo con risas porque en mi salsa no se mete el dedo. Destapo el

ya ves... vivo rodeada de lujo.

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Y va y me dice -¿eres Leo? No lo pareces -¿..? Pues no sé, no estoy muy puesta en horóscopos, a lo que además mi mente añadió “y me importan una puta mierda (perdón)” ¿Por qué? -porque a los Leo os encanta rodearos de lujos, a ti no parece importarte… -¿A mí no? ¡Claro que sí! Defíneme lujo, o mejor te lo defino yo: Si un lujo es que una cadena de oro y diamantes rodee mi cuello, pues me quedo con esas manos que suavemente se posan en él y lo empujan levemente porque unos labios buscan los míos, porque créeme esa sensación que eriza cada centímetro de la piel es más difícil de encontrar de lo que crees. Si un lujo es una “casa” de esas de ensueño…me quedo con lo que la llena, el amor, los gritos y peleas de niños, olores, música, ese llegar y ponerte cómoda, ese compartir cena para comentar las mejores jugadas del día, y reírte hasta de lo que no tiene ni puta gracia..¡Ah! ¡El hogar es un lujo! La casa es el envoltorio, un envoltorio  triste si esta vacía.

Tan simple como eso¡

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Aunque resulte increíble el mejor remedio contra el desamor es querer y querer, volverte a enamorar. No voy a dar consejos, lo odio tanto como madrugar cualquier día de invierno, y para eso ya tenéis internet que los ofrece bien numeraditos del uno al diez, o al quince… para tener buen cuerpo, ejercicio, dieta sana… claro, no somos gilipollas, ya sabemos que el mejor camino no pasa por la churrería, y así podría poner miles de ejemplos que me exasperan pero… “ya pasó” En el amor creemos que es lo mismo, fases, etapas, bien enumeradas, como si el siguiente paso ya lo supiésemos, haciendo planes sobre un futuro que dicho sea de paso no sabes que te deparara, juras amor eterno porque una bonita mañana de primavera huele a azahar, sin tener en cuenta la de vueltas que da la vida. Y ese olor azahar debería preguntarte/me ¿seré capaz de tolerar tus domingos y demás fiestas de futbol de guardar? ¿No llamaras cotorras a mis amigas? ¿Te preparas una copa de vino para soportar co

Y se creyó mujer…

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Entro en el hogar con apenas cinco años, la vida no es generosa siempre, Andrea lo aprendió a temprana edad, su padre las abandono a ella y a una madre de carácter débil -no voy a juzgar- que no supo afrontar la nueva situación, ¡sola y con una niña pequeña¡, en paro… pensó que lo mejor para Andrea o tal vez para ella, o para ambas...,  era ponerla al cuidado de esas monjas del centro de acogida, en el que además de comida y un sitio para dormir le ofrecerían cariño, y el apoyo escolar que todas las tardes le regalaban los voluntarios. Al principio la visitaba todos los fines de semana, estos con el tiempo se fueron distanciando hasta su total ausencia, a lo que ambas contribuyeron, pues en esas horas que pasaba con su hija, a pesar de que esta reía, al menos de su boca salían risas, risas que contrastaban con la seriedad de su rostro, este no reflejaba ninguna emoción, coronado con una mirada de reproche instalada para siempre en aquellos enormes ojos  y así… ¡una vez más

SERE MUY BREVE…

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No te acomodes, no te sientes esperando que vengan tiempos mejores, no cierres los ojos para no ver ese miedo que te intenta robar el ahora, porque no es que hoy sea mejor que ayer o mañana, pero es hoy ¡joder¡, no esperes, no mires a otro lado, porque cada minuto que pasa sin hacerle frente, nos gana la partida, así que levántate, no dejes de hacer nada por mí, no sacrifique nada, no digas que no debes ir, porque debes y puedes, disfruta de esta vida tan generosa que te ofrece lo que deseas ¡cógelo¡, porque solo de esa forma serás libre y libre te quiero, solo de esa forma te quedaras a mi lado, solo así seguiré amándote. Y echaras la cabeza hacia atrás al sonreír, esa risa que me invita a abandonarme sin límites, sin prudencia, la que me despoja de toda armadura, esa misma que imagino en los próximos años, descubriéndote, descubriéndome, cada parte de ti, cada parte de mi.

Eres oxígeno

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Se me olvidaron los límites, las barreras, las fronteras...  Ahora todo pasaba a ser un  campo de batalla abierto  sin una sola trinchera donde parar a coger aire o balas.  O corrías o morías.  Y al principio no lo notas ¿sabes?  Pero cuando los kilómetros empiezan a ser unos cuantos  y el camino ya no es de asfalto  las piernas te flaquean y vienen las balas:  boom, la primera llega cargada de reproches;  boom, la segunda son errores,  boom, la tercera reencuentros...  Y así hasta que no queda ni una sola en el jodido revólver y tú pareces un colador de momentos. ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... de todo lo que te define, de todo lo que admiro de todo lo que hemos vivido  y de todo lo que ya sólo puede ser posible contigo;  ya sabes, esta es la parte de las canciones más ñoñas y cursis la parte de los finales felices, la parte en la que te conviertes  en todas las preguntas y todas las respuestas... (A. Iglesias Luque)