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Mostrando entradas de 2016

Desearemos seguir siendo músculos, huesos y piel impregnados de ilusiones, sueños y fe.

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Pasan los días, se acerca el próximo año con sigilo, quien sabe si rebosante de destinos inéditos, de amor y de tragedias, de nacimientos y muertes, de historias y leyendas, de inventos y transformaciones,  de pensamientos y sentimientos… Leí (no recuerdo donde) que los sentimientos son esclavos de los pensamientos, y uno es esclavo de los sentimientos. Si escarbaremos en el pasado o pondremos la mano en la frente a modo de visera para otear el futro, entonces prometemos hacernos un favor, olvidar el pasado, el futuro ya vendrá, toca centrarnos en el momento, vivir la vida. También prometemos ser felices, obviando que es inevitable que los impulsos naturales choquen con lo que nos exige la sociedad, ese choque nos desequilibra, nos trae una buena dosis de infelicidad. Y creeremos, una vez más, que si anhelamos cualquier cosa, por nimia o grandilocuente que sea, el universo se alterara, los corpúsculos del destino se reorganizaran para que en nuestro camino se cruce el

DESANDAR EL CAMINO

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Daniel miro el móvil, 25 de diciembre, le gustaría arrancar esa fecha, como se arranca la hoja de un calendario de aquellos de papel que siempre había encima de la chimenea de su casa, en aquel pueblo entre montañas, en el que en Navidad siempre hacia frio, siempre cubierto de nieve, tanta que la carretera quedaba cortada durante varios días, aislándolos del mundo. En aquel entonces las horas se presentaban perezosas junto a esa chimenea en la que asaban castañas, jugaban al parchís y contaban cuentos. Mientras la cocina se inundaba del olor de los pollos asados, no había dinero para pavo, cordero o besugo, pero esos pollos criados en el corral eran un festín, primero ninguno de los niños quería comerlos por la pena de haber convivido meses con ellos, pero en cuanto el olor a asado entraba por la nariz, el hambre ganaba sobre la compasión. La alacena desprendía el aroma de polvorones recién hechos que engullían con un gran vaso de leche caliente al atardecer, cuando volvían c

LOS "PORQUÉS"

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Paseando me encontré un ¿por qué? le salude, vi que llevaba recuerdos acomodados, de esos que parecen enterrados y afloran con poco que rasques. Seguí con mis pensamientos, luego me cruce con otro ¿Por qué?  Este llevaba un puñado de equivocaciones pendientes de rectificar, le hice un guiño y seguimos cada uno nuestro camino. Cambie de emisora, hablaban de abandono y renuncia ¿es lo mismo? No, conteste yo, abandonar a un ser querido más pronto que tarde causa una herida difícil de curar, renunciar es transigir ante la vida…también nos causa dolor, igual es la misma cosa con penas distintas… En esto estaba cuando me topé con otro ¿Por qué?  Este iba cargados de secretos alborotados, ¡ah! Menudo dilema llevaba entre mantenerlos encerrados o liberarse gritándolos. Creo que ni me vio. El siguiente por qué tenía lagrimas saladas, me pregunto si el miedo se iría con la sal de las lágrimas…levante los hombros y las dos cejas…y como ya imagináis seguí mi camino y… Otro

HILVANANDO SECRETOS

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LA NOCHE Allá en la infancia, Helena se hizo la dormida y se escapó de la cama. Se vistió de punta en blanco, como si fuera domingo, y con todo sigilo se deslizó hacia el patio y se sentó a descubrir los misterios de la noche de Tucumán. Sus padres dormían, sus hermanas también. Ella quería ver cómo crecía la noche, y cómo viajaban la luna y las estrellas. Alguien le había dicho que los astros se mueven, y a veces se caen, y que el cielo va cambiando de color mientras la noche anda. Aquella noche, noche de la revelación de la noche, Helena miraba sin parpadear. Le dolía el pescuezo, le dolían los ojos, y se estrujaba los párpados y volvía a mirar. Y miró y miró y siguió mirando, y el cielo no cambiaba y la luna y las estrellas continuaban quietas en su sitio. Le despertaron las luces del amanecer. Helena lagrimeó. Después se consoló pensando que a la noche no le gusta que le espíen los secretos. Eduardo Galeano Los sueños de Helena

PRINCESA DESTERRADA

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Se puso toda guapa, se pintó de rojo pasión los labios resecos por las palabras adheridas de tantos años, abrazó a modo de despedida los recuerdos más hermosos y hecho a andar, su mente al límite de la confusión le decía que era el momento de comenzar una nueva fase, avanzar aún a riesgo de perderse, los que están realmente perdidos son los que van mal acompañados, le decía su madre. Con frío en el cuerpo pero el corazón abrigado, sintió como atrás quedaba su vida tan ordenada que le desordenaba el alma, atrás quedaban los domingos con su vestido de domingo a juego con los zapatos que le hacían daño todos los domingos, la coleta tirante de los domingos, temprano en casa y tarde en la cama, creciendo con la inercia de absurdas rutinas. Atrás quedaron los gatos de las tías, las vacas sin ordeñar, las calurosas noches de verano y el barro de los charcos de invierno, las risas y los lloros, los juegos en el corral y las películas en blanco y negro, canciones a tiempo que regoc

¡DIOS ME LIBRE!

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No te rías porque soy capaz de “pillarme” uno como Dios manda, de esos que no se duermen nunca para cumplir con sus cuarenta horas semanales,  poco antes de que suene el despertador ya está desperezándose,  que tiene sus zapatillas bien juntitas y alineadas junto a la cama, cinco minutos en la ducha sin cantar ni nada... así, en silencio. Al volver del trabajo se desnudará dejando la ropa bien doblada y ordenada, calzándose de nuevo las zapatillas que obedientes le llevan esperando todo el día sin romper filas en el mismo lado de la cama, se sentará en el sofá con su pijama de rayas y copa en mano (en lugar de botella de cerveza, sin vaso ni nada) sin cigarro, porque no fumará. Y el sábado me dirá: “cariñin vamos al IKEA” (a mi…que no he estado nunca… ¡Dios me libre!), con su súper GPS para no tener que preguntar, en su pulcro coche… ¿Por qué me miras así…? ¿Crees que no soy lo suficientemente lista para pillarme uno así, que venga con las pilas incorporadas y la cartilla

CUANDO LAS MANOS TIEMBLAN

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Tenía que pasar, se lo repetía bastantes veces, tanto tiempo disimulando que ya no distinguía unos días de otros, que lo mismo su gato comía su sopa mientras ella percibía demasiado tarde que su atún sabía a perros…mejor dicho a comida de gatos, que se caía demasiadas veces y demasiadas veces ocultaba sus moratones, hasta que ese descuido con la olla en el fuego colmó el vaso , y allí estaba dando gracias y pidiendo perdón al mismo tiempo, a su vecina porque hubiese llegado en el momento justo de  evitar la desgracia…, y no por ella, que ya con más de ochenta  para ser exactos a medio camino de los noventa, y con una vida tan satisfactoria que  no temía abandonar, eso quizás hubiese sido una suerte para ella, pero una fatalidad para las vidas que la rodeaban y les quedaba tanto por danzar. Y allí estaba, añorando una casa en la que en los últimos años vivía sola, pero se despertaba al amanecer, se preparaba el café y salía a la terraza para mirar de que azul estaba el cielo y p

¿LA SUERTE ESTÁ ECHADA?

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Cuando algo falla, es fácil decir que la mala suerte nos acechaba con tanta saña que nos alcanzó. Cuantas veces, demasiadas, ponemos como excusa a la mala suerte ante las frustraciones tan cotidianas y no tan cotidianas de la vida. Esta vida que en ocasiones muestra una cara bondadosa y en otras obstinada en la crueldad, como si el destino quisiera modelarnos a golpes y caricias a partes iguales. La suerte existe, la buena y la mala, pero no eludamos nuestra responsabilidad, esa que en un minuto o quizás en menos, en tan solo un segundo en el que decidimos ¿izquierda o derecha? ¿llamo ahora o lo dejo para otro día?... Y muy a nuestro pesar tenemos que reconocer que a veces somos conscientes de que hacemos las cosas mal, ya estará el azar ahí para que cargue con las culpas. A veces con torpeza, otras inocentes, otras cobardes, “rizamos el rizo”, complicamos las cosas sencillas añadiendo nuestros propios golpes a los golpes que ya de por sí nos da la vida, y así poder

SONIDOS VULGARES

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Aún no ha salido el sol, tan atípico como raro en mí que este levantada tan temprano (ya os dije que odio madrugar, sobre todo en otoño e invierno) rodeada de sonidos tranquilos, tan parecidos al silencio que me recuerdan a las alegres mañanas del verano, débiles y orgullosos trinos en los todavía frondosos árboles que en pocos días irán desnudando sus ramas, regalándome sus hojas como alfombra y el tedio de barrerlas y amontonarlas; los ladridos de Sultán en el huerto tratando de asustar a las palomas que revolotean en busca de algo de comida. Total ausencia de sonidos cotidianos que en unas horas emanaran de la casa, el silbido de la cafetera, el tintinear de una cucharilla, el crujir de unas sábanas, el gorgoteo de un grifo, el repiquetear de los leños abrasándose en la chimenea…sonidos tan vulgares que mi cerebro ni los registrara, despreocupada ante la tranquilidad de una casa que no ha comenzado su jornada, intentando mantener ordenada y limpia mi mente, dejando fluir t

PRESENTE Y FUTURO DEL VERBO ACURRUCAR

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Nosotros nos acurrucamos Nosotros nos acurrucaremos En estas noches anticipadas, descubrimos un viejo y nuevo placer: acurrucarnos entre las sabanas. La ventana entreabierta para darle la bienvenida a un débil frio, lo único añorado en las noches tan excitantes como relajadas del verano. Tú leyendo un libro, quizás como dijo Beigbeder, para hacer desaparecer el tiempo, yo escribiendo, quizás para retenerlo.  Y de fondo La forza del destino, cargándonos de emociones,  para que los sueños no se pierdan en el camino. Bajo frescas sábanas blancas, siempre blancas, para que reflejen la luz suave de la mañana que entrara por la ventana, el leve ronroneo de unas sonrisas de niños con la cara surcada de algunas arrugas, como las sabanas. Y por unos instantes seguir soñando que a través de esa enorme ventana entreabierta se va colando un día perfecto, que nos regalara calma para levantarnos, cerrar los ojos de nuevo y aún así, ver como otros ojos cerrados me miran, los del

SIN PREVIO AVISO

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Las vio partir rumbo a la playa y volvió  a entrar en la pastelería, saco del pequeño almacén las mesas, solo cuatro con sus cuatro sillas a la terraza también pequeña, le hubiera gustado ir con ellas, cosa imposible en esta recién estrenada época estival, le gustaba su trabajo que empezó casi sin darse cuenta cuando se quedó sola con Andrea, tan pequeña, primero se sumió en la tristeza, la vida le quedaba grande y lejos, solo quería dormir, no tener que levantarse nunca, su cuerpo ahora tan ajeno, le pesaba, el aire que respiraba parecía que quería asfixiarla. Todos esos años juntos y ahora esa sensación de que no les dio tiempo a nada, se arrepentía ¡y de qué manera! de lo que parecían discusiones tontas, detalles inocentes, como cuando deseaba terminar pronto la comida para levantarse de la mesa… tengo cosas que hacer, pero ¿Qué cosas? Ahora lo pensaba, nada que no pudiera posponer, entonces no lo sabía que la vida lo mismo que viene se va, de que no le dio tiempo de conocer

¿DE QUE AZUL ESTARÁ EL CIELO?

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Acaba el verano y con él el feliz desorden, aproximándose con sigilo, con sus calmas y serenidades el otoño, sin hacer ruido, intentando vestirnos de sensatez, con sus tardes frescas y sus mañanas cálidas como sus colores que nos hipnotizan con atardeceres fugaces y resplandecientes de naranjas, ocres amarillos de hojas cansadas que alfombraran el campo, los parques. Y mi despertador volverá a sonar a las 7, y no porque quiera así estirar el día o sea de las que piense que habrá tiempo de dormir, pero siempre con la misma necesidad de -arropada por un chal de vivos colores- salir para ver de qué color está el cielo, cerúleo, lino, gris, provenzal, mirar los arboles cada vez más desnudos, una vez inspeccionado el frio de la mañana necesito tomarme un café recién hecho, poner la radio y meterme en la ducha con la esperanza de que el agua no solo limpie el cuerpo sino que se lleve todo lo negativo que pueda traer el día por el desagüe, ahora otro café con más calma, saboreando

LOS CINCO (SIN) SENTIDOS DEL AMOR.

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Así se comportan los cinco, revoltosos, trastornadores, porque el amor le da la vuelta a todo lo que vemos, oímos, tocamos, olemos, probamos… ¡y sentimos! Empezare con la VISTA ya que tanto se habla del amor a primera vista o a primera risa, será porque la sonrisa es lo que captamos en primer plano por la retina, capturando todas las imágenes al revés ¡sí, al revés! en la trastienda del ojo que las envía al cerebro, este el muy pillo (para que luego digamos que corazón y cerebro no son cómplices) ya tiene desactivada un área, justo la relacionada con el miedo, de ahí lo de “ciego es el amor”…cuando llega, porque ¡ay! que lucido es cuando se marcha. Ese cruce de miradas en cualquier parque de cualquier boulevard, mientras le lanzas una y otra vez la pelota a tu fiel amigo, o cuando en cualquier mesa de cualquier café, levantas la vista del periódico y ahí está, sonriendo(me) Tras esa primera risa, esa primera vista, esa ceguera… empecemos a mirarnos sin filtros, sobre

PARA LOS QUE PREGUNTAIS...CON UN POEMA DE jOSÈ SARAMAGO OS CONTESTO

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    Tengo la edad en que las cosas se miran con más calma, pero con el interés de seguir creciendo. Tengo los años en que los sueños se empiezan a acariciar con los dedos y las ilusiones se convierten en esperanza. Tengo los años en que el amor, a veces, es una loca llamarada, ansiosa de consumirse en el fuego de una pasión deseada. Y otras un remanso de paz, como el atardecer en la playa. ¿Qué cuántos años tengo? No necesito con un número marcar, pues mis anhelos alcanzados, las lágrimas que por el camino derramé al ver mis ilusiones rotas… Valen mucho más que eso.   ¡Qué importa si cumplo veinte, cuarenta, o sesenta! Lo que importa es la edad que siento. Tengo los años que necesito para vivir libre y sin miedos. Para seguir sin temor por el sendero, pues llevo conmigo la experiencia adquirida y la fuerza de mis anhelos. ¿Qué cuantos años tengo? ¡Eso a quién le importa! Tengo los años necesarios para perder el miedo y hacer lo que quiero y siento.   José Saramago

LA VIDA ES PARA CRECER Y APRENDER

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Ángeles estaba escribiendo un whatsapp a  su nieta, ella que hacía apenas un año no sabía leer ni escribir. Recordaba con algo de tristeza aquella niña que fue… menuda, de piel morena y pelo negro casi siempre recogido en una cola de caballo o en una trenza, con los ojos tan negros como tímidos y curiosos, ser la única mujer de cuatro hermanos le condiciono la manera que ella debería de vivir, eso y la posguerra que les dejo los  vientos de frio, hambre, desprecio y silencio de una guerra, a lo que se unió que el régimen apartara a las mujeres de la cultura, para ella esto era lo de menos, ir a la escuela para aprender a ser una buena ama de casa, madre y esposa no le interesaba (montones de ilustraciones con mujeres sonrientes con la fregona en la mano lo avalaban),  lo que realmente se lo impidió fue la pobreza y el machismo que la rodeaba. No aprendió a leer aunque obtuvo un máster en sortear la miseria, fregando, lavando, cocinando y el escaso tiempo que quedaba