EN EL ESPEJO DE MI ALMOHADA
Me
enviaste un whatsapp: “enciende la velas, pon música, que en veinte minutos
estoy ahí”
Era
verano, mis días pasaban entre leer, nadar, escribir a la sombra de la higuera,
y respirar la tranquilidad mientras regaba el huerto, esa era mi ocupación.
Al atardecer, horas antes de esconderse el sol, llegabas con tus abrazos y miradas, tu cuerpo exhausto no se rendía al cansancio. Cenábamos al aire libre, cerveza bien fría, parrillada de verduras y sardinas al fuego de la barbacoa, de postre los nigales dulces que nos ofrecía la higuera.
Algunas noches terminaban con un chapuzón desnudos en la piscina, ¡que forma de entenderse los cuerpos!, otras en silencio balanceándonos en la hamaca suspendida entre las dos moredas.
La ventana daba paso a la luna llena, reflejando olas de plata en el suelo, la cama una isla cobijo de náufragos abrazos, murmullo de alientos y palpitaciones del pecho.
Me
enviaste un whatsapp: “La próxima semana tengo trabajo en París, ¿te vienes?”
A
las ocho de la mañana, con el sueño aun rondándonos llegamos al aeropuerto.
Atravesamos la Plaza de Saint Michel, no sin antes tomar un
copioso desayuno en Le Deux Magots, en el que tuvieron lugar largas tertulias
literarias, admiramos la enorme fuente, y San Miguel sin dejar de luchar con el
dragón nos guiño un ojo, soplaba el viento de la buena suerte, y como dijo José
Luis Sampedro, cuando este sopla ¡todo es posible!
Entre bromas y risas nos adentramos por las encantadoras
callejuelas del Barrio Latino, ese barrio con “estilo”, que fue punto caliente
de la Revolución de Mayo del 68… me escuchabas sin interrumpir.
Paseamos de la mano por el Jardín des plantes y sus 4.500
variedades de arbustos nos dieron la bienvenida, descansamos en Les Jardins de
Luxembourg, para proseguir nuestro paseo hacia el Pantheon que recorrimos casi
en silencio para no perturbar el sueño de Marie Curie o de Víctor Hugo que en
el descansan… la sorbonne…¡me compraste flores en Aquarelle!, visitamos diversas
galerías de arte, y como amantes, también de la literatura, visitamos la
librería Shakespeare and company, para acabar rendidos de entusiasmo en la
terraza de Les Pipos.
¿De las noches de verano en
el pueblo?
¿De los paseos por la playa?
¿De las calles de París?
¿Del día que pintamos
emocionados la habitación de la bebe? La bebe, así te gustaba llamarla, cuando fantaseábamos
de como seria su pelo o el color de sus ojos.
¿De aquel enfado que
resolvimos hablando con una ginebra con tónica en mano, en la terraza de la
novena planta de aquel hotel?
¿Te acuerdas...? Porque es
que yo miro las fotografías de todos esos momentos, y no te encuentro.
Se te olvidó pasearte por mi
vida.
AUNQUE TU
NO LO SEPAS
...
Como la luz de un sueño,
que no raya en el mundo pero existe,
así he vivido yo
iluminado
esa parte de ti que no conoces,
la vida que has llevado junto a mis pensamientos...
Y aunque tú no lo sepas, yo te he visto
cruzar la puerta sin decir que no,
pedirme un cenicero, curiosear los libros,
responder al deseo de mis labios
con tus labios de whisky,
seguir mis pasos hasta el dormitorio.
También hemos hablado
en la cama, sin prisa, muchas tardes
esta cama de amor que no conoces,
la misma que se queda
fría cuanto te marchas.
Como la luz de un sueño,
que no raya en el mundo pero existe,
así he vivido yo
iluminado
esa parte de ti que no conoces,
la vida que has llevado junto a mis pensamientos...
Y aunque tú no lo sepas, yo te he visto
cruzar la puerta sin decir que no,
pedirme un cenicero, curiosear los libros,
responder al deseo de mis labios
con tus labios de whisky,
seguir mis pasos hasta el dormitorio.
También hemos hablado
en la cama, sin prisa, muchas tardes
esta cama de amor que no conoces,
la misma que se queda
fría cuanto te marchas.
(Luis García
Montero)
Precioso todo el texto, la poesía y el video. Un abrazo
ResponderEliminarA mi también me gusta el resultado. ;) Besos.
EliminarTriste final para tan lindos recuerdos.
ResponderEliminarSaludos
Emocionan esas letras.
ResponderEliminarSaludos.
Es impresionante como llegan tus palabras al fondo de mi alma, rasgándola pero a pesar del dolor del recuerdo feliz e irrepetible, se me enciende una sonrisa de nostalgia. Gracias. Pablo Barreda
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