VERANO FERPECTO
No sé bien
porque los veranos tienen que ser perfectos, de tardes enteras bañándote en la
piscina entre risas y aguadillas, de días en la playa, paseos en bicicleta,
siestas de lectura, noches de mojitos, días de descubrimiento y deseo donde lo
imposible puede pasar. Plasmar la felicidad en los ciento cuarenta caracteres de
twitter y fotos en instagram, ¡que ridículo e inútil! como si la felicidad se
pudiera describir.
Pero otros
no salen así, adiós al final feliz esperado, si es que los sentimientos no
entienden de estaciones y de pronto se instala el frio de invierno aún estando
a casi cuarenta grados, las cosas no salen como esperabas, le diste miles de vueltas en tu cabeza, y claro con tantas
vueltas vino el mareo, se desorientaron, lo que parecía eterno nos muestra su fecha
de caducidad, vamos que salió más que regular, fatal, lo que parecía infinito
era tan infinito que se perdió por la puerta del no retorno.
Y tu (yo) te
quedas así con los sentimientos contradictorios, barajando los momentos felices
con los de angustia, negociando con el destino un día mas, una semana más, y
este te (me) muestra una bola de nieve bajando por la ladera de una montaña,
cada vez más grande, mas enorme, que a ver quien tiene cojones (con perdón) de
pararla.
Y tú (mi)
mundo, ese que conocíamos tan acogedor, nos presenta una cara desconocida
¡lidia con ella!
Aturdimiento,
dolor, ese dolor egoísta, porque ante él no existen ni guerras, ni hambre, ni
paro, ni corrupción, solo está él invocando a la pena.
Y cuando al
final del verano me (te) pregunten ¿Qué tal ha ido? contestaras (contestaré) tragando
(nos) las lagrimas y la rabia ¡genial!
Daremos paso
al tiempo para que cure las heridas o quién sabe si a la eterna indiferencia
que más que sanarlas las enquiste.
¡Tocada y
hundida! Aunque lo bueno de pisar fondo es que ya solo te (me) queda subir, así
que apoyemos bien la punta de los dedos para tomar impulso.
Pero basta
de exagerar, de dramatizar, aun queda verano, aun existe la posibilidad de
alargar las noches hasta el amanecer, aun puede sorprendernos un final
inesperado, la vida no tiene un solo camino.
Donde haya un árbol que plantar, plántalo tú. donde haya un error que enmendar, enmiéndalo tú. Donde haya un esfuerzo que todos esquivan, hazlo tú. Se tú el que aparta la piedra del camino. (Gabriela Mistral)
Hola Ana, te comprendo. Y es que el verano supone días largos, estirados, donde cabe todo, caben todos los deseos, las ganas de hacer, lo que durante el resto del año no haces, sobre todo si estás prisionera de una rutina, agarrada a la monotonía. El verano te dará entonces alas, pero puedes quedarte y ver como las ciudades se silencian y ampliar la vista más allá. Un abrazo
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